Despierto en el desvelo de la tarde,
mustias golondrinas juegan en retazos de sol
y entre nubes de fuego
embriagan de silencio
los cuencos de una luna
náufraga de cielos infinitos.
Mariposas con alas de viento
hilvanan lágrimas en mis plegarias
y recogen las perlas de otro horizonte
que perfuma madrugadas de insomnio
cobijando el ocaso que estremece
el oscuro pavimento de la noche.
Brotan flores de lluvia
vistiendo mágico ropaje
y entre tímidos fantasmas asoman
al abismo de relojes sin memoria
abrazando la orilla tajante,
despiadada, de un sueño en llamas.
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