Un otoño alfombrado de silencios
atardece en el eterno insomnio
de un jardín que diluvia plegarias
y como estela de un horizonte herido
calza su faz de lumbre
y un arco iris tejido de nostalgia.
Anochecen mil lágrimas de sol,
mutando un vacío de pétalos
sobre la telaraña mutilada
del lienzo de un naufragio
mientras un atisbo desnudo de mar
nace a la orilla espejada de los Tiempos.
Mas en mustio velo Musas y caracolas
sueñan misterio onírico de etérea pleamar
en el cuerpo celeste de mi pluma
y juegan los vocablos que emergen
del pálido corazón que ya acuna
la savia nómade de este Espíritu.