Un ritual de golondrinas viste el horizonte,
ceremonia de abril en la ventana
aullando un suspiro de mariposas
sobre la piel de mis flores ausentes
y en el silencio de mis pasos
un ósculo carmesí se cuela en los espejos.
Hojas plateadas tejen el velo
de esta luna que aroma el letargo
de nuevas madrugadas,
embriagadas en el azul misterio
de este reloj sin tiempo,
en un abismo de rosas y luciérnagas.
Mientras, onírico y quimérico
el atardecer se viste de perlas y lluvia
y la nostalgia se fuga, acechando
entre celosías de blancos fantasmas
y besa con retazos arcoíris
cada peldaño, cada verso que nos alumbra.