Un viento manso, una brisa de ayer
me trae el perfume de tu risa ausente
purificando la lluvia en este otoño gris,
caen luceros que hieren las almas dormidas
en las arenas invisibles del tiempo
ataviadas de luz en las alas rotas del ocaso.
La nostalgia abre su ventana
en silencio, un suspiro de néctar
recorre un jardín de orfandad
y en jirones de luna resplandece el olvido,
sombras marchitas
en el delirio azul de la noche.
Hay un refugio de miel y rosas
en la memoria de los sueños
donde yacen voces etéreas,
plegarias ocultas en este hado austral
lentamente, imperceptible…
acariciándonos el frío del invierno.