Juega en el mosaico de colores
el sol que desgrana en la ventana
y en las horas que duelen
en cada gota de lluvia
como fogata que crepita
en el letargo níveo de la noche.
El cielo se ha llevado las cenizas del ocaso
y las palomas velan en su templo
hay un sendero angosto, es agreste el paisaje
mientras un suspiro cruel de eternidad
se teje en el silencio etéreo
que comulga, intangible, entre las flores.
En bocanada de estrellas se enciende la esperanza
y en un rayo de primavera agiganta su fuego
disipando la oscuridad, expulsando los miedos,
rompiendo las cadenas,
es alborada en las palabras del poeta
que despliega, alado, el horizonte.