La tarde acaricia el lienzo desteñido
en una alfombra de pájaros caídos
jugando a las escondidas en las moradas
de desolados paisajes
y en la piel onírica que rasga las esperas
la lluvia se demora, ajena de caminos.
Se deshojan rayos de sol
en cada esquina de esta urbe descalza
y un mosaico otoñal se cuela
en la encrucijada de ocres semillas
sobre el destierro gris
de la penumbra del Olvido.
Ya discurre el Tiempo, alado de nostalgia
mientras en cada templo crepita una hoguera
y se esfuman los miedos, huyen las sombras
cubriendo de cielo éste horizonte
y ella vuelve, rodeada de flores
avanzando, camino a la luz… la Esperanza.