Llueve, el invierno cubre todo
con su frío manto
y su perfume aroma la puerta de mi Templo,
hay duelo de alas que se baten
en desafío, alba y ocaso
ya se despliega el campo de batalla.
En soledad, el alma herida busca la Luz,
oscuras nubes tiñen las flores
que duermen en rotos espejos de luna
corazones gimen, el temor está latente
y en medio del fuego cruzado
las voces se alzan buscando el Faro divino.
Ráfagas de metralla se oyen por doquier
hay quienes en el camino han quedado
son antorchas que guían en suelo minado
se dispersa la bruma, se esfuma el dolor
y allí, en el horizonte amanece
resplandece en fulgor un nuevo día.