Se deshoja el reloj de los tiempos
y un vendaval que empaña el sol inclemente,
impiadoso del ocaso
dibuja huellas en la alfombra celeste
lloviendo una ausencia de pétalos
en el refugio de éstos árboles desnudos.
Hay un beso de luz en la ventana,
vierte horas despeinadas
alumbrando distancias
en la piel de estos pájaros
alados de aurora, vestidos de viento
para colorear de horizonte esta penumbra.
Ya callan los fantasmas
que orillan las laderas de la noche
murmurando sus cenizas
de sueños y poesía
cual mirada de naufrago arcoíris
en este río oculto del silencio.