Pinceladas de otoño
asoman en la quietud del horizonte,
un presagio infinito murmura
hilos de sol en mi ventana
rasgando el velo
de estos párpados cansados.
Huellas al abrigo del destino
susurran su canto en jirones de sueños
y en lágrimas alba
construyen poemas,
ecos de violines en vuelo…
amanece luz angelical.
Un vendaval de mariposas
en la cabellera de la tarde
tiñe el mar aliento de mi faro
mientras otro cielo,
eternamente azul,
anuda perlas en la copa del silencio.