Un perfume de ausencias se viste de llovizna
mientras las flores duermen en el color de tus alas
y una orfandad de pájaros
me devuelve el silencio
que colorea el cristal de mi ventana
cual manto de luz, acunando las esperas.
Ya destiñe rocío, la tinta de mi pluma
y florecen crepúsculos en la nocturnal mirada
esgrimiendo su avalancha de sueños
deviniendo rayos de sol,
en el iris de alguna estrella,
fuego sagrado de la historia.
Se desgrana el paisaje
mientras la ciudad sucumbe
sobre el horizonte que conjuga
su destino de acuarelas
y en el seno de esta hoguera
crepita la magia atizando los laberintos de la Vida.