Mariposas de estío
asoman en los despojos de la tarde
y resplandecen luciérnagas
como destello crepuscular
sangrando esta hoguera,
atizando los desvelos del Tiempo.
Huellas de ayer en el paisaje
horadan un camino de cenizas
urdimbre tejida al desamparo
y en retazos heridos de piel,
hoy, en vuelo de Fénix
despierta esta quietud que nos rodea;
puente al umbral de las ausencias
donde amanecen implacables las deshoras
de una infancia dormida,
tejida en la magia de otras flores
y en las mejillas doradas del otoño
cubriendo de melancolía, el velo de la noche.
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