Las siluetas de la tarde
recogen el viento agazapado
en los surcos del silencio
acariciando la orilla
de otra aurora
en este asedio de azules inocencias.
Un desierto de sombras
cubre la almohada de nocturnas lágrimas
lloran las letras de mi hoguera
y se despoja, gota a gota
mientras los recuerdos sangran
entre rotas melodías y ángeles marchitos.
Acecha un murmullo
de horas invisibles, aves como hojas
sucumben a la tormenta gris
del horizonte de tus ojos
para lavar las heridas del desamparo
en la promesa de otro fuego.
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