Entona un desvelo de pájaros celestes
en el horizonte descalzo de la luna,
inquietud en la ventana de la aurora
cual insomnio de rocas y arena
en la nocturna morada
amanecen las sombras en la hoguera del tiempo.
Nostalgia en la piel de cada alborada
coloreando un manantial de golondrinas,
son hojas de otoñal silencio
que desvisten la quietud del camino
y en estético letargo duermen retazos
de soles andariegos y besos de plata.
Insondable herida, la pluma del poeta
y su eterno desvelo de blanca liturgia,
un rocío de estrellas fugaces
acompaña su alado viaje
mientras un paisaje aromado de jazmines
teje sosiego en los brazos del Alma.
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