Un horizonte de cielo descalzo
en el lienzo del ocaso,
susurra mustio rubor
en la quietud de las horas
tejiendo hilos
de nocturnal silencio;
son alas de viento
en los relojes del Tiempo
dibujando trazos de arena
en el murmullo de la tarde
para rasgar mil flores de rocío
sobre el tapiz del firmamento.
Como fragua de soles
las farolas del camino
esculpen bruma de estrellas
y cual destino de onírico vuelo
amanece el paisaje
en esta ciudad sin pájaros.
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