Se delinean sombras y caminos
en el otoño de mis huellas,
renace el sol de los recuerdos
y en cristales dorados atardecen
heridas de viento, estas mariposas
de penumbra y horizonte.
Un santuario de sueños
en el crepúsculo de la luna
contempla mil aves de bruma
tejiendo la piel del olvido,
poblando un paisaje de árboles dormidos
en las almas desnudas de sus ramas.
Sólo algún pájaro de hierro espera
en el rosado beso de la tarde
bañando de fuego sus plumas de ocre
cual ruego cuajado de cuencos vacíos
son aquellos versos nómades
que retornan con cada hoja del ocaso.
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