Despierta la ciudad
lluvia de esperanza nutre los sueños
y las almas se visten de coraje
trinar de pájaros
en el murmullo de las horas
destejen nostalgias, hilando aventuras.
Voces en el viento traen los ecos
de grises gaviotas, de mirada
siempre esperanzada,
aunque a la luna
aúllen los lobos
de la desesperanza;
amanece el sol
trenzado en la cabellera dorada
del verano que alumbra la siega laboriosa
fraguada en la savia esta oración
y germina en el verbo manantial
que cada día enciende el alba.
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