El crepúsculo ya madura en la retina
dilatando la monotonía de Febo
recostado en la melodía sideral
del alma desnuda de Selene
cuando Nix pinta con rosas y lilas
antiguos refugios, en viejos paisajes.
Colores en el pincel de tu mirada
desvelan la brisa de mis pies descalzos
buscando primaveras, a Perséfone
al Este de mi brújula
mientras llueven sus pétalos rojos
en los espejos rotos, en mis labios heridos.
Lentamente se cuela Morfeo,
en la ventana, detrás del cristal,
Boreas esgrime sus alas
vestido de nubes, de frías estrellas
y yo, como Ulises, resisto
una vez más, el canto de las Sirenas.
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