En su furia de arena
el viento recoge las hojas
que se empeñan en colorear el paisaje,
en tanto la tarde se aroma
de un horizonte gris
en una tibia muesca de sol.
Los pájaros se refugian,
apurando el paso sueño con jugar
entre luciérnagas y mariposas
mientras un torbellino
de versos audaces
asoma en el hastío de mis huellas.
Se cuelan delicadas flores,
purificando el pasado y su nostalgia,
cuando se estremece la mirada
en el vendaval de sus pupilas
y renace como fina llovizna sobre mi piel
nuevamente en el atisbo del invierno.
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