Fría caricia de otoño
acompaña los pasos cansados
azul profundo cobija al alma desnuda
sólo luciérnagas, como ojos estelares,
encienden las horas caducas
en el manto sutil de la inocencia.
La acompañan los recuerdos,
vestidos de soledad, tibios abrazos
se cuelan en el paraíso de ayer
jugando entre sueños
de blancas almohadas
elevando sus alas en el acorde de la noche.
Mientras besa con labios de tinta luna
el espejo de este paisaje de ocre magia
se inunda de luz en el camino
y abre la ventana infinita,
un fuego purificador recoge el vuelo
de las rosas marchitas, de mis auroras silentes.
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