Entre lágrimas y mariposas
transito alguna avenida
de pies descalzos,
caminando un sendero-abismo
de ojos oscuros y
luciérnagas-estrellas.
En un recodo singular,
abanicando sortilegios-esperanzas
juego a la enfermera...
sanando plagio-heridas,
revocando ceremonias
de huracanes-océanos y conspiraciones.
Aunque, estratégica y quimérica,
se adormece, en ensueños,
esta lluvia-bálsamo
de mis atardeceres...
percibo aquella magia
de un nuevo firmamento.
Así, hoy, puedo contemplar
entre ausencias-melodías
de semblantes perplejos
y sonrisas transfiguradas:
que “detrás de todo
hay una luz”.
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