Un suspiro de arreboles
enciende lágrimas
en la palidez de la tarde
y un sendero de pájaros
desnuda las sombras
que yacen entre pétalos dormidas.
Hay un otoño
de insomnios distantes
cobijando la quietud de las flores
y con aliento de purpuras estrellas
pinta pasos heridos de soledad
en la pupila celeste del Cosmos.
Atardecen claroscuros
los rubores del ocaso
y como un beso engendrado de lluvia
en monótona espera
se cuelan instantes y silencios
mientras caen las hojas enraizadas del olvido.
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