Después de haber transitado
oscuros y silenciosos caminos,
de buscarte en alas e hilvanes de versos,
en coloridos paisajes y corazones sombríos
mis ojos rasgan el velo
hacia tu luz infinita y radiante;
mi corazón malherido,
el paso gastado, desfalleciente….
Abatida oigo la voz cordial
y temblando como aquella hoja
que mece el otoño solano
me dejo caer en tu Universo
mientras el fuego del Espíritu
reviste mi ser, purificando
cada célula, cada partícula
para restaurar esta vasija que late,
quebrada por mil heridas
en el abrazo, eterno y majestuoso de tu Amor.